domingo, 25 de octubre de 2009

Cuando los palos eran las oficinas

Ayer me llegó ese correo que asusta, que dice que “los malos” están al asecho de nosotros “los buenos” que contamos cosas en los blogs, espero no sea cierto, pues cosas que contar tengo muchas, pero ese correo de ayer me dejó un mal sabor de boca, no se si creerlo o no. Igual no se si creerles a esos otros correos donde dicen que beber agua fría es malo, que comer espárragos es bueno, y si continúo la lista no acabaré nunca, entonces la pregunta salta ¿qué es bueno y qué es malo?

Bueno, mientras decidimos eso, me remontaré a un medio siglo atrás, a mis primeros años cuando me mandaba mi mamá a llamar al amo del Bable a que viniera a comer. ¿En donde esta el amo? Pregunta fácil y rápida de contestar: en el palo.

El palo creará muchas ideas, muchas chanzas, charadas y burlas, pues pocos imaginan lo que fue y sigue siendo el palo. Hay muchas partes en México y, creo que en el mundo también, en donde matas se le llaman a las plantas y palos a los troncos. Pues bien, a donde yo iba a buscar a mi papá era a ese tronco enorme de un mesquite que seguramente fue gigantesco, y allí encontraba al amo, sentado en el que era su trono: el palo. Se ubicaba justo a la entrada de la casa.

El trono, ahora que nos adentramos a los significados de las palabras, representa otra cosa, pero esta vez no lo tomaremos en cuenta, el trono del amo del Bable era ese enorme, gigantesco mesquite que hace al menos un siglo lo pusieron allí, lamentablemente la modernidad, el cambio o la inconciencia lo mandaron a no se donde, pues el palo no existe más. Como quiera, lo sigo recordando, lo tengo muy presente pues el palo era algo así como la oficina, la sala de despacho, allí se juzgaba, se analizaba y se exoneraba a quien culpa no tuviera. Y al que la tuviera, también!

Y bueno, te preguntarás ¿qué es un palo? Pues los palos son una antigua tradición, no se de cuando vengan, pero existían en el XIX, seguramente algunos siglos antes y, según lo puedes comprobar en las fotografías, siguen existiendo hoy día. Los palos eran (son) esos troncos enormes que recortados se ponían afuera, o a la entrada de las casas. Las casas que se levantaron hace al menos un siglo y medio. Allí se sentaba la gente a tomar el fresco, a platicar o, simplemente, a dejar pasar el tiempo.

Mi sorpresa fue comprobar que hoy día los palos siguen estando presentes, tal vez la gente ensimismada en la televisión no salen a sentarse en ese palo. Como quiera, el palo allí está, resistiendo estoicamente el paso de los años, recodando en las noches cálidas del verano o fías del invierno, que allí en los palos, era donde se desarrollaba buena parte de la vida social de ese México campirano que, desafortunadamente se nos ha escapado de las manos. Hoy más que nunca recuerdo al amo del Bable, sentado en el palo, dictando, seguramente una soberbia conferencia.

No está de más decir que el palo del amo del Bable era enorme, sólido magnificente, grandioso. ¿En donde quedó? Nadie lo sabe, pero al amo del Bable, lo cargo, con amor, en mi corazón.

1 comentario:

  1. Excelente post Amigo:

    Acá en los pueblitos jaliscienses he visto como el palo a sido sustituido por el concreto, jejeje

    En serio, a un lado de la puerta principal algunos colocan ya sea una larga banca de concreto o ya de plano una especie de poste de concreto (como los de la CFE) y ahí los mayores y no tan mayores pasamos el rato platicando y si la situación se presta, hasta nos hechamos unos vinos.

    Te dejo un fraternal abrazo :)

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