domingo, 10 de octubre de 2010

Cibola y Quivira, todos los personajes involucrados en su búsqueda.

   Ayer que veíamos la intrincada vida de Hernán Pérez de Bocanegra y como sus relaciones públicas le favorecieron en la adquisición de más y más propiedades, brincó de pronto un tema que desde que vivía en San José del Cabo se me había quedado pendiente de comentártelo, quizá te sepas ya esta historia, cuando me enteré de ella, fue en Hermosillo en mi primera incursión por ese enorme estado de Sonora, al cual llegué, como buen "conquistador", por agua, cruzando el antiguo Mar Bermejo, es decir, el Golfo de California desde Santa Rosalía a Guaymas, luego incursioné por tierra hasta Hermosillo. Allí dí con un libro del maestro Mañé, (creo así se llama), me gustaría transcribirte una parte, es hermoso, pero no lo tengo a mano. En cambio comenzamos este relato con Phillip Powell y su excepcional Guerra Chichimeca:

   "Más de dos décadas después de que los capitanes, soldados y aliados indios de Cortés habían tomado la capital azteca de Tenochtitlán en 1521, el sueño de las grandes riquezas que encontrarían en algún lugar del interior de México seguía obsesionando a exploradores y conquistadores y los movió a emprender audaces intentos de expansión, más allá de la tierra ganada en las primeras victorias. En su búsqueda encontraron oro y plata, pero en cantidades relativamente pequeñas: lo suficiente para excitar el apetito y mantener con vida el sueño".

   Pues bien, comenzaremos a tejer esta trenza, a trenzar la historia. Hernán Pérez de Bocanegra, nacido entre 1504 y 1506, llegó a la Nueva España cuando contaba con apenas 22 años, un auténtico mozo, venía de la mano, por así decirlo, de su tío, Luis Ponce de León. Ambos de familias acomodadas. Aquí hago un paréntesis, te comento que una de las tantas cosas que me causan gran curiosidad en la historia es saber a qué edad los personajes participaron en los descubrimientos, en los viajes, en los asentamientos. Así pues, éste Hernán entre los 26 y 30 años participa al lado de Nuño de Guzmán, el salvaje que sometiera el occidente de México. A los 32 años Hernán era ya propietario de grandes terrenos en Apaseo.

   Aparece otro personaje, éste nacido en la Salamanca española en 1510, Francisco Vázquez de Coronado era su nombre y llegó a la Nueva España a los 25 años, de la mano del primer virrey, don Antonio de Mendoza, tres años más tarde, luego de que aprehendido cual bandido que era, Nuño de Guzmán era enviado en calidad de preso a España, morirá luego en una cárcel y Vázquez de Coronado será nombrado gobernador de la Nueva Galicia, contaba con 28 años de edad.

   Ahora encontramos a Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, el célebre explorador que con las fantasías propias de la Edad Media, llegó al Nuevo Mundo en busca de El Dorado, la ciudad hecha con ladrillos de oro y decorada con piedras preciosas, pensó encontrar la Fuente de la Eterna Juventud, las Amazonas, en fin, una buena carga de leyendas traía él y muchos que los que llegaban luego de cruzar por dos meses la mar oceáno. Y sí fue que a los 35 años Cabeza de Vaca luego del naufragio llega a lo que hoy es Louisiana, durante años vaga por esa zona de los Estados Unidos, en torno a él se han tejido montones de historias, relacionadas a la chamanería, la brujería, el esoterísmo, el caso es que hace contacto con los pueblos de esa zona y logra regresar, sin saberlo, a lugar que ni conocía, solo que los conquistadores ya estaban allí asentados: San Miguel de Culiacán... por cierto acabo de ver la película de El Infierno y se desarrolla en un poblado llamado San Miguel... ¿mera casualidad?

Cabeza de Vaca comenta de las riquezas y abundancias de una zona que, como leyenda se conocía en España, las míticas siete ciudades de Cibola y Quivira, las cuales eran, claro es, de oro y piedras preciosas. Hacia el siglo VII, es decir, año 713, en las invasiones árabes a Mérida, España, se tejió la leyenda que siete obispos habían rescatado los tesoros de los templos católicos y los habían llevado al occidente, a unos lugares desconocidos, se les llamó con ese nombre, digamos genérico de Cibola, pero las ciudades se llamaban: Aira, Anhuib, Ansalli, Ansodi, Ansolli y Con. Por cierto, hace apenas unos días leyendo el Apocalípsis de San Juan, veo que se hablan de las siete iglesias del oriente.... creo que allí bien pudiera estar el orígen de estas siete míticas ciudades, ¿no crees?

Del avistamiento de las ciudades míticas se enteró el virrey de la Nueva España, Antonio de Mendoza y la incursión hacia el norte, desde Culiacán, la encabeza el fraile franciscano Marcos de Niza, del cual no se sabe si era francés o italiano, cuando regresa de su viaje comenta al virrey de las grandes riquezas que en el norte hay, de como las ciudades son abundantes en oro, plata y piedras preciosas, como es que la gente come en platos de oro y de plata y mil fantasías más. En realidad fray Marcos de Niza nunca vio nada, solo inventó una historia, misma que ante la ambición del virrey, ordena al gobernador de la Nueva Galicia y amigo suyo, Vázquez de Coronado a incursionar en ese territorio. Era ya 1540, nuestro primer personaje estaba ya bien asentado en su mayorazgo de Acámbaro y los Apaseos cuando Coronado cruzaba el desierto de Sonora y Arizona para darse cuenta de que no existía nada más allá de una gran fantasía, lo más que llega a ver son los territorios zuñí, como quiera, descubre el Cañon del Colorado y anexa toda la zona, norte a la Corona española, se crea el Nuevo México, que años más tarde será el final del Camino Real de Tierra Adentro.

Vázquez de Coronado regresa a la Nueva España para informarle de la no existencia de riqueza alguna en la zona de desiertos que atravesó y para confirmar que lo dicho por fray Marcos de Niza eran mentiras.

  Y la trenza está a punto de tejerse, la hija mayor de Coronado casa con el hijo mayor de Bocanegra, (Bernardino Pacheco Bocanegra con Isabel Luján Vázquez de Coronado); las dos poderosas e influyentes familias se unen, esa unión se ratificará con el matrimonio de la segunda hija de Cornonado con el segundo hijo de Pérez de Bocanegra (Nuño de Chávez Pacheco con Marina Vázquez de Coronado) y... el oriente del actual estado de Guanajuato quedaría en manos de Hernán Pérez de Bocanegra y sus descendientes, por ende, en la descendencia de Francisco Vázquez de Coronado...


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