Como en todos los pueblos primitivos, la historia de los que habitaron el Anáhuac está llena de tradiciones legendarias, unas de cierto valor etnográfico y otras que solo florecen en el campo del lirismo. Entre estas últimas leyendas debe contarse la que hace surgir en la historia el agave mexicano, durante el imperio del octavo monarca tolteca Tecpancaltzin, que subió al trono de Tolán en 987 de la Era vulgar.
Se cuenta que á los diez años de su reinado (997 d. E. V.) llegó á su corte un noble, Papántzin, con su hija Xóchitl (flor) la que presentó al monarca un vaso con la miel del Maguey, de la que todos gustaron embriagándose. Prendóse Tecpancaltzin de la joven, la hizo raptar, y la escondió en la cima del cerro Palpan, donde había una fortaleza real y donde ella tuvo un hijo al que se le puso el nombre de Meconetzin (hijo del Maguey).
Este bastardo subió al trono á la muerte de su padre, lo que trajo una guerra civil que originó la destrucción del gran pueblo tolteca, que, olvidando sus virtudes primitivas, se había corrompido. Según esta tradición popular, desde el descubrimiento del pulque se contarían hoy 901 años. Pero esto no está comprobado.
La embriaguez fue un vicio común en todos los pueblos anteriores á los toltecas. Los quinámes, los ulmecas, los zapotecas y los xicalancas que trasmigraron por el Anáhuac y el alto llano par a perderse por el Este y el Sudeste se embriagaban ya, con el licor del Maguey sin duda, pues en las comarcas que recorrieron esas tribus y cuantas salieron de la gran familia náhuatl no se producía otro licor embriagante que la savia del Maguey, y esos pueblos no conocían la destilación alcohólica ni los vinos de uva.
La novela de Xóchitl no precisa, por tanto, la fecha en que se descubrió la fabricación del pulque. La historia ayudada por una crítica severa ministra los únicos datos ciertos sobre esa planta, que brevemente voy á presentar.
El "Metl " ó Maguey es sin duda originario de la América y desde la más remota antigüedad se cultiva en el Alto Llano para la extracción del aguamiel y la fabricación del pulque. Pero no solo en la Mesa Central existe esta planta, sino que se extiende en una inmensa zona del Continente Americano, desde los 34° de latitud Norte al 6° de latitud Sur. Sus productos como materia textil son superiores al "abacá" de Manila y como planta sacarina rivaliza con la vid. Las razas que habitaron el Anáhuac explotaron hasta donde sus rudimentarias industrias lo permitían los productos del Maguey. Veamos lo que sobre esto dicen documentos perfectamente auténticos.
Hernán Cortez, en la segunda de sus cartas dirigidas al Emperador Carlos V, á raíz de la conquista, hablando de lo que vio en el mercado de Tlaltelolco, dice: "Venden ["los indios"] miel de abeja y cera y miel de cañas de maíz, que son tan melosas y dulces como las de azúcar; y miel de unas plantas que llaman en las otras y éstas (regiones sin duda) "Maguey" que es mucho mejor que arrope; y de estas plantas hacen azúcar, y vino, y que asimismo venden."
Uno de los compañeros de Cortez, dice: "También sirve [el Maguey] para hacer vestidos de los hombres y mujeres, zapatos, cuerdas y sirve también para techar casas." Y Motolinía, el gran fraile que tanto estudió las lenguas y las antigüedades americanas, afirma que las pencas del Maguey hechas pedazos, servían á unos artífices, llamados "amentecatl, "para hacer sobre ellas sus preciosos mosaicos de pluma y oro.
Acosta llama á esta planta, aunque impropiamente, "él árbol de las maravillas," y dice que los indios la emplean tanto en las artes y en la economía doméstica, como en los sacrificios que ofrecían á las sangrientas divinidades mexicanas; Esto lo confirma nuestro sabio historiador Orozco y Berra que, apoyándose en autoridades tan competentes como Torquemada, Sahagún y el Padre Durán, dice en su historia antigua de México: "En la fiesta "Pancuetzalistli" bebían el "motlaloetli" ú octli [pulque] azul, porque lo toman de ese color: en la fiesta de Atemoztli daban el vino á las mujeres, como si fuera prevenido en el ritual; en la fiesta de Yzcalti al licor tomado le daban el nombre de "tezcalcehuelo." Ninguna olla de vino nuevo se comenzaba sin ofrecer un tanto á Yxtliton. Ometochtli era dios del vino y del juego; cuando echaban el ocpatli al aguamiel, y ésta, empezando á fermentar, hacía espuma, encendían braseros, les ponían copal y zahumaban el "octli" en honra del dios. Componían el pulque con miel ó chilti, frutas, yerbas y otros ingredientes, según el gusto ó la sazón."
Hablando el mismo Sr. Orozco de otros usos que hacían los indios de las partes del Maguey se expresa así: "Las púas terminales de las hojas servían en las penitencias religiosas; se empleaban como punzones, de clavo en las paredes y maderas, de alfileres par a retener lienzos gruesos, y en algunas especies se arrancaban unidas á las fibras de la planta, y entonces servían de aguja é hilo á la vez. Las hojas y pencas frescas servían á las molenderas par a recibir la masa, á los albañiles par a arrancar el barro."
Concretándome ahora al descubrimiento del pulque, haciendo abstracción de la leyenda de Xóchitl, que no comprueba qué á la hija de Papantzin se debe esta invención, relataré lo de un ilustrado ingeniero, el Sr, Segura, hace observar sobre una monografía sobre el Maguey. Nada se sabe sobre la época en que los mexicanos descubrieron extraer el aguamiel ó el finamiento del Maguey; su origen está envuelto en la fábula. Los mexicanos en religión no solo profesaban el sabeísmo sino que eran politeístas y tenían muchos dioses que presidían los diversos actos de su vida.
Tenían pues un dios par a el vino que llamaron Toltecatl, Omextli, Ometochli, Texcatzoncatl, etc. En esta teogonía impera un a confusión indescifrable. Sahagún refiriéndose á los Olmecahuixtoli dice: "Estos mismos inventaron el modo de hacer el vino de la tierra; era mujer la que comenzó y supo primero agujerar los magueyes par a sacar la miel de que se hace el vino, y llamábase Macavel, y el que halló primero las raíces que echaban en la miel se llamaban Pantecatl. Los autores del arte de saber hacer pulcre, así como se hace ahora, se decían Tepuztecatl, Quatlapanqui y Tliloa, todos los cuales inventaron la manera de hacer el pulcre, en el monte llamado Chichinahuia, y porque el dicho vino hace espuma, también llamaron al monte Popopocaneltepetl, que quiere decir monte espumoso."
Después de recorrer estos extractos históricos veamos la hipótesis que formula el Sr. Segura sobre la manera como debe haberse descubierto el pulque. Dicho Señor, supone que se debió á un fenómeno de observación; sabido es de las gentes de campo que en los magueyales abunda un roedor del género "arbícola " conocido entre nosotros con el nombre de "metoro”. Este animal sabe con su admirable instinto la época en que el Maguey está en sazón, y entonces lo perfora y se bebe el aguamiel de la que gusta en exceso.
Quizá alguno observó frecuentemente á este roedor, notó que de la perforación hecha por él brotaba un líquido blanco, dulce, fermentado y espumoso, lo probó y al ver que era sano y agradable, rompió el tallo del Maguey y encontró así el secreto de la fabricación del licor. Pero esto no es más que una hipótesis, y lo que en realidad puede afirmarse es que se ignora del todo á quién se debe tan precioso descubrimiento.
Para terminar con la parte histórica del Maguey, á fin de concretar este punto y no incidir en repeticiones inútiles, consagraré unas líneas á las etimologías de las palabras Maguey y pulque, únicas usadas hoy.
La palabra Maguey es un a corrupción hecha por los españoles de la que usaban los indígenas para designar esta planta: los aztecas la llamaban "metí". En cuanto al "pulque", se nota que este nombre en los primeros historiadores de México, como Sahagún, está adulterado, escribiendo aquéllos pulcre, lo que sorprende tanto más cuanto que en los idiomas náhuatl no había r, y solo se encuentra esta letra en el tarasco.
Tampoco pulque es voz de origen araucano como pretende Clavijero. Parece que se deriva de una palabra náhuatl "poliuhqui-uctli”, pulque corrompido. Pero esta frase era de difícil pronunciación para los españoles, quienes comenzaron por cometer un apocoque convirtiendo el primer componente en poliúh y agregando la última sílaba del componente segundo.
Quedó pues "poliúhtli", demasiado lingual para los conquistadores, que siendo extremeños ó andaluces trocaron la ti por r, y continuando en sus alteraciones de pronunciación acabaron por decir pulcre.
Estas son las teorías filológicas sobre nuestro licor nacional, que consigno porque circulan con algún valor en el campo científico, sin que yo me atreva á otorgarles una sanción definitiva.
El maguey. Memoria presentada por el General Pedro Rincón Gallardo, Presidente de la Comisión Agrícola Mexicana en el Congreso Internacional de Agricultura que funcionó en la ciudad de Forth Worth, Texas. 6-14 de diciembre de 1898. Imprenta particular de la Sociedad Agrícola Mexicana. México, 1901. pp. 7-14