sábado, 20 de diciembre de 2014

El Ex convento de Churubusco y su templo de San Diego, visto por El Bable.

   Si me lees a diario sabes de sobra dos cosas, una, que soy de Salamanca, la otra que estoy un poco obsesionado con las construcciones religiosas. El que sea de Salamanca quiere decir que crecí viendo un convento que los agustinos construyeron hace 400 años, por lo tanto el ver un convento o Exconvento se convirtió en algo tan común, como común era verlo cada vez que iba, de la mano de mi madre, al mercado y cada vez que iba, de la mano de mi padre, a visitar a su mamá que vivía justo frente al convento agustino. Esas vivencias, lo sabemos bien, nos marcan de por vida. Quizá sea esa la razón por la cual, siempre que tengo la oportunidad de visitar uno de esos recintos lo hago, o, mejor dicho, cuando planeo mis itinerarios, procuro llegar a sitios en los que hay, además de un templo, un convento que regularmente es una construcción magnífica. Son 105 los artículos que hasta la fecha he publicado sobre conventos, así que, iniciamos uno más.

   A pesar de que la ciudad de México la comencé a conocer hace muchos años, cinco décadas, es hasta ahora que acabo de entender (o comienzo a entender) todo lo que allí ocurrió. De pronto pensaba que solamente se habían construido magnos conventos en el Centro Histórico, fueron 22 de ellos en esa demarcación, y que en las cercanías, eso que ahora es la mancha urbana, no se había levantado ninguno. Poco a poco fui localizando esos recintos, como el de San Bernardino de Siena Xochimilco, el de San Juan Evangelista en Culhuacan, el de San Gabriel en Tacuba, el del Santo Desierto de los Leones en Cuajimalpa, el de San Felipe y Santiago en Azcapotzalco, así que esta vez agrego uno más y ya no con boleto en mano sino con tarjeta electrónica en mano abordo el metro, la línea azul, dirección Tlalpan y me bajo en la estación General Anaya.

   El metro será siempre un universo aparte, antes lo padecía, ahora lo disfruto, pues regularmente hay algún momento, algún personaje que vuelve único ese momento, en esta ocasión fui testigo del nacimiento de una estrella del rap, de la poesía urbana que, dotado de un especial talento, improvisaba de una forma impresionante lo que iba viendo en el vagón y lo hilvanaba con un lenguaje sencillo, un poco juvenil, y lo más sorprendente, ver cómo se aproximaba a la gente mirándola fijamente... llegamos, pregunto la dirección, salgo de la estación y voy rumbo poniente, hacia el convento de Churubusco.

   Churubusco es la deformación de una palabra náhuatl que indicaba el nombre de uno de los sitios más importantes que había fuera de la Gran Tenochtitlán pues era el eje del comercio, residencia de ricos pochtecas y, además, sitio del segundo adoratorio más importante de Huitzilopochtli luego del que había en el Templo Mayor, razón por la cual el sitio se llamaba Huitzilopuchco.

   Huitzilopuchco era una isla en ese gran lago que circundaba a la gran Tenochtitlán, estaba muy próxima a Coyoacán y a Culhuacán, también a Mexicaltzingo y a Iztapalapa, todos señoríos de importancia, razón por la cual se convirtió en un centro de poder económico, pues el comercio se controlaba, en buena medida en ese lugar.

   Llegarían los franciscanos a levantar un recinto, pequeño, dedicado a la Asunción, con el tiempo se transformaría en gran convento que una rama de los franciscanos, los dieguinos, agrandaría y adecuaría. Ellos los dieguinos eran los designados por la corona para que de Nueva España partieran a evangelizar las Filipinas, este recinto, el de Nuestra Señora de los Ángeles de Churubusco, nombre que adquirió con ellos, era la última preparación que ellos tendrían antes de partir en un largo viaje de seis meses cruzando la "mar océano", como se le llamaba al Pacífico, para instalarse luego en Manila.

   Vemos un recinto hermoso, lleno de detalles de color, amarillo y azul, que forman los azulejos que allí mismo se elaboraban, el templo no abre con regularidad, recuerdo que hace mucho tiempo fui allí a una boda, ahora no lo puedo ver a detalle, me dirijo al ex convento, en donde se localiza el Museo Nacional de las Intervenciones. Del acervo que allí se exhibe hablaremos en otra ocasión, esta vez nos dedicamos a apreciar este recinto novohispano.























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