Se están contabilizando ya cuántos peregrinos llegarán en esta tarde del 11 de diciembre y la mañana del 12, cientos, miles, millones harán su arribo a la Basílica de Guadalupe, es una experiencia única, yo la viví hace algunos años y definitivamente recomiendo experimentarla al menos una vez en la vida. Si gustas de la historia, sabrás que el relato de las apariciones está concentrado en un documento llamado Nican Mopohua, sale de sobra que la resuma pues (presumo) todos la conocen ya. En el ejercicio de hoy lo que haremos son dos cosas, ver imágenes guadalupanas del presente siglo, todas las tomé a lo largo de este 2014 en distintos puntos de la República Mexicana y el texto que agrego viene de una leyenda tan antigua como antiguo es el Cristianismo. Sólo pido que leas con calma, ubiques los acontecimientos en el tiempo en que se dice ocurrieron y que recuerdes que Hernán Cortés era originario de Extremadura, sitio en el que se desarrolla esa leyenda y sitio en el que Guadalupe es su Santa Patrona.
"En Guadalupe nace espontáneamente esta pregunta: ¿de dónde vino esta imagen de María? Algunos códices antiguos remontan el origen de esta imagen al siglo I del cristianismo, atribuyendo su autoría a San Lucas. Cuentan que muerto el evangelista en Acaya (Asia Menor), fue enterrada con él esta imagen y siguió la suerte de San Lucas cuando fue trasladado su cuerpo, a mediados del siglo XIV a Constantinopla. Desde esta ciudad fue llevada a Roma por el cardenal Gregorio, que había residido en Constantinopla como legado del papa Pelagio II (582).
En el año 590 fue elegido papa Gregorio Magno. Devoto de esta imagen la expuso en su oratorio. Un hecho trascendente puso de manifiesto la protección de María, por medio de esta efigie: presidía el papa Gregorio una solemne procesión para impetrar el favor de María sobre Roma, afectada de fuerte epidemia. Llevada por las calles entre el clamor de las gentes, vio el pueblo como cesaba la peste, mientras aparecía un ángel sobre un castillo llamado desdede entonces Sant Angelo, limpiando la sangre de una espada, mientras los ángeles cantaban la antífona: Reina del cielo, alégrate, aleluya, que obtuvo la conmovida respuesta del pontífice: Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
Gregorio Magno envió a San Leandro, Arzobispo de Sevilla, por medio de su hermano Isidoro, esta imagen de María como obsequio de afectuosa amistad; en la travesía, desde Roma a Sevilla, se calmó una fuerte borrasca de mar llegando incólume la imagen al puerto fluvial hispalense, donde fue recibida por San Leandro y entronizada en la iglesia principal, en la que fue venerada hasta el comienzo de la invasión árabe, el año 711, Hacia 714, unos clérigos que huían de Sevilla, alejándose del peligro sarraceno, trajeron consigo esta imagen y algunas reliquias de santos que excondieron en las márgenes del río Guadalupe cerca de la falda sur de los montes de Altamira, no muy lejos de Villuercas. Perdióse así durante cinco siglos el culto a esa imágen hasta que providencialmente apareció en la reconquista, a finales del siglo XIII o primeros años del siglo XIV.
Un sencillo pastor, vecino de Cáceres, contando el rebaño a la hora del encierro, advirtió que le faltaba una vaca. Marchó en su búsqueda por bosques y robledales hasta topar con un río de pocas aguas, bastante escondido. Después de tres jornadas, encontró la vaca muerta pero intacta. Quiso aprovechar la piel y, al hacer en el pecho del animal la señal de la cruz con incisiones de cuchillo, se levantó viva la vaca. En este momento se le apareció María al pastor, hablándole así: No temas, que yo soy la madre de Dios, Salvador del linaje humano; toma tu vaca y llévala al hato con las otras, y vete luego para tu tierra; y dirás a los clérigos lo que has visto (y este vaquero era natural de Cáceres) y decídles de mi parte que te envío yo allá, y que vengan a este lugar donde ahora estás y que caven donde estaba tu vaca muerta debajo de estas piedras; y hallarán ende una imagen mía. Y cuando la sacaren dile que no la muden ni lleven de este lugar donde ahora está, más que hagan una casilla en la que la pongan. Ca tiempo vendrá que en éste lugar se haga una iglesia y una casa muy notable y pueblo asas grande.
Tras estas palabras, la virgen desapareció. El pastor vio enseguida su vaca resucitada, paciendo debajo de un árbol mostrando las cicatrices de una herida. Siguiendo el mandato de la Señora, marcho a Cáceres para avisar al clero. Cuando llegó a su casa, encontró a su mujer llorando por un hijo que acababa de fallecer. Encomendó el pastor a la Señora, y el hijo muerto volvió a la vida. Este prodigio, difundido por la ciudad, fue suficiente para persuadir a los clérigos de la verdad de la aparición. Así, acompañando al vaquero por sendas abruptas, peregrinaron al lugar del milagroso suceso, donde excavaron la roca y encontraron la imagen de María con algunos objetos y documentos que probaban el origen de este icono glorioso. Construyeron allí una pequeña ermita y entronizaron en ella la prodigiosa efigie. Entonces María recibió un nuevo nombre: Guadalupe, que significa río escondido, porque en sus márgenes acontecieron la aparición de Nuestra Señora y el encuentro de su imagen.
El primero que puso nombre al pastor fue Fr. Diego de Ecija en el siglo XVI, llamándole Don Gil de Santa María. En el siglo XVIII, el códice 12 de nuestro archivo escrito hacia 1710, presenta al pastor con el nombre de Gil Cordero, con el que ahora se le conoce". (1)
Fuente:
1.- Guadalupe, santuario y monasterio. Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, Patrimonio de la Humanidad. Cominidad Franciscana de Guadalupe. Madrid. 2002. pp.6-9
Una amplía variedad de imagenes guadalupanas, gracias otra vez por el recorrido visual amigo Benjamín.
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