lunes, 15 de diciembre de 2014

El monumento (efímero) a Su Alteza Serenísima, don Antonio López de Santa Anna.

   Todos los estudiosos de la historia coinciden en que Antonio López de Santa Anna es el personaje más controvertido de la Historia de México, tanto es así que casi todos los autores que se han dedicado a escudriñar su vida deciden hacer una novela histórica más que un estudio histórico propiamente y eso es debido a que el personaje da para muchas historias, historia de novelas pues, sin lugar a dudas, su vida fue una novela. Encuentro, escudriñando también, un episodio curioso de SAS (Su Alteza Serenísima) ocurrido el día de su santo de 1844:

   "Cuando el palacio de Cortés, perteneciente antes de Moctezuma, fue enajenado para residencia de los virreyes, tenía anexo un terreno hacia el Sur, cuya propiedad quedó reservada a la familia del conquistador; y en parte de aquel solar se edificó la Universidad, quedando aun sin construcciones otra parte, destinada con el tiempo a mercado público y que fue el tema de muchos litigios entre la administración pública de diversas épocas y los herederos de Hernán Cortés. En el tiempo del visitador Gálvez, se determinó reunir en aquel lugar a los vendedores ambulantes que se instalaban en la plaza principal; y el sabio conde de Revillagigedo perfeccionó la idea haciendo construir ahí un mercado de madera, que en 1792 tenía ya banquetas y fuente, calles, puertas y cajones o puestos, cada clase de mercaderías, de las muchas que ahí se compraban y vendían. El solar a que aludimos, perteneció sucesivamente a Moctezuma, Cortés, Don Hernán y Don Martín, y a los duques de Monteleone y de Terranova, hasta pasar a propiedad del Ayuntamiento en 1837, por precio de $70.000 habiéndole ocupado antes la ciudad (año de 1789) en arrendamiento, por $2.510 anuales. Mide 104 varas de Norte a Sur y 118 1/2 de Oriente a Poniente; afecta la forma de un rectángulo, y en su construcción se le dispusieron 28 puertas en cada uno de los costados, Norte y Sur; y 24 en cada uno de los de Oriente a Poniente, aparte de las tres entradas que por cada lado se le hicieron con sólidas rejas de hierro.

   "Don José Rafael Oropeza fue el contratista de la obra de este mercado, que se llamó del Volador, en alusión al juego de ese nombre, ta predilecto de los antiguos mejicanos (sic), y se concluyó la construcción de mampostería el año de (18)44, en que fue entregada al Ayuntamiento por el contratista Oropeza cuyo proyecto había sido aprobado por decreto de Su Alteza Serenísima Don Antonio López de Santa Anna.

   Para honrar a este caudillo en la época de su apogeo, se dispuso erigir su estatua sobre la columna que en el mercado se encontraba frente al pórtico y se encargó de la obra Don Salustiano Vega, quedando la fundición a cargo de Don José López, y entrando en ella 50 quintales de cobre, amén del estaño necesario. Corrigiendo algunas imperfecciones que de pronto se notaron en esa fundición de la estatua, inaugurándose ésta el 13 de Junio de 1844, día de días del Dictador a quien representaba, habiéndose adornado el local según el gusto y las pompas de la época, y presidiendo el solemne acto Don Valentín Canalizo, Primer Magistrado interino de la República, quien descorrió el velo azul pálido de seda que cubría la estatua, en el momento oportuno, en compañía del contratista Oropeza, ante un concurso numerosísimo de invitados ente los que se encontraba lo más grande de la sociedad mejicana. La banda de Supremos Poderes tocó en aquel instante una marcha militar, las fuerzas que formaban valla, presentaron armas, la artillería hizo tres salvas y los campanarios de toda la ciudad repicaron estrepitosamente, siendo luego los discursos de rigor, en elogio del General Santa Anna.

   "Poco tiempo después, los amotinados derribaban aquella estatua famosa, sin dejar rastro de la esbelta columna que la ostentaba, al terminarse el año mismo de su ruidosa inauguración". (1)

   Y ocurriría que, la pierna de Su Alteza Serenísima, que había sido enterrada con honores en el cementerio de Santa Paula, sería sacada de allí y pateada hasta desaparecerla, así que, ni pierna, ni monumento quedó del General, del Gerrero Inmortal de Zempoala, del Benemérito de Veracruz, del Héroe de Tampico, etc., etc., etc.

Fuente:

1.- Pérez, Ricardo. Efemérides Nacionales o Narración anecdótica de los asuntos más culminantes de la Historia de Méjico. Tip. y Encuadernación La Idea del Siglo. México, 1904. pp.162-163.

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