miércoles, 1 de agosto de 2018

El Ferrocarril Mexicano Primera Parte. Veracruz-La Soledad.

  Regresamos al tema del los Ferrocarriles y nos vamos a ver el más antiguo de México, el que comunicaba al Puerto de Veracruz con la ciudad capital de la República Mexicana. El texto es de García Cubas, lo cual es ya garantía y la estampas son del magistral lápiz (y pincel) de Casimiro Castro.

  Abandonada la estación de la Caleta, la vista no se aparta de las carcomidas murallas de la ciudad, sino para fijarse en los médanos ó en los pantanos que, cubiertos de matorrales y de diversas plantas acuáticas, dejan percibir de vez en cuando alguna corriente cristalina. Grupos de palmeras, esparcidas á uno y otro lado de la vía, revelan la exuberancia de la vegetación, propia del clima, que ha de manifestarse en todo su esplendor en los primeros escalones del Chiquihuite. Sobre un terreno compuesto de greda fina y arena, se extienden las sabanas cubiertas de yerba y de algunas especies de cactus, observándose el enrarecimiento de las selvas y la existencia de algunos bosques aislados y poco poblados, predominando entre sus plantas las mimosas, bignonias arbóreas, el terebinto y el convólvulus, y ostentándose tan solo en las barrancas, entre una admirable vegetación, las cordelinas y cicas arborescentes. Por donde quiera que la vista se dirige solo descubre llanuras inmensas, cuyos horizontes terminan, unos en esa curva azulada del Océano, que sustenta la bóveda celeste, y otros en la lejana y caliginosa mole de la cordillera, sobre la cual netamente se destaca la brillante y cónica cima del Pico de Orizaba.

  Avanzando desde Veracruz 15,41 kilómetros y ascendiendo 32,34 m sobre el nivel del mar, se llega á la estación de la Tejería, la cual fue construida sobre una plataforma rectangular de mampostería, el año de 1863, en que el ingeniero Lyons prosiguió los trabajos hasta entonces paralizados. Resguarda al edificio un cobertizo sostenido por pilares de madera, constando el interior de cinco piezas, destinadas al jefe de estación y al telegrafista.

De la Tejería se llega á la Tejería, estación provisional situada á 15,17 kilómetros de la anterior, y á 44,77 m de altura sobre el mar.

La SOLEDAD dista de la anterior estación 11,48 kilómetros, y de Veracruz 41,97, hallándose elevada sobre el nivel del mar 93,08m. En su conjunto la Soledad ofrece un agradable aspecto, según puede observarse en la lámina II. Cercadas de árboles, plantas y flores, entre las cuales muestra su rojo y encendido color el llamado tulipán (Hiviscus sinensis), surgen con cierto desurden las habitaciones del pueblo, construidas las más con madera de caoba. En armonía con el conjunto del paisaje, se alza la iglesia parroquial dominando los techos de teja ó de zacate de las casas, y sirviéndole de rústico campanario una frondosa ceiba (Eriodendron anfractuosum). Enfrente de tan gracioso árbol, y á un costado de la iglesia, se ve el curato, en el cual existe un salón donde el Sr. Doblado, Ministro de Relaciones en 1862, el general Prim, Sir Carlos Wycke y Mr. Saligny firmaron los preliminares de la paz, llamados tratados de la Soledad.

  Sobre una plataforma revestida de sillares, y como primer término del caserío, se ve la estación, edificio de elegante forma, aunque de cortas dimensiones. Los planos inclinados de su acanalado techo de zinc descansan sobre el cobertizo, que con sus graciosas ménsulas y frisos se halla sostenido por veintidós esbeltas columnas de tepeguage (acacia acapulcensis), abrigando, además, la cantina establecida en uno de los ángulos del edificio. Frente á la estación corre la vía férrea, limitada por los rígidos postes telegráficos, viéndose penetrar los rieles en un tajo abierto, por donde el tren ha de precipitarse para trasponer uno de los más hermosos y atrevidos puentes. Fuera de la vía, por donde quiera se encuentran materiales rodantes, rieles y durmientes hacinados, entre los cuales se observa ya al apilador de leña, ya al cansado dibujante reposando sobre algunos maderos, y ya en fin, á la vivaz jarocha que cruza la campiña manejando con garbo su abanico.

  El paisajista ha sabido representar fielmente el aspecto del cielo en estas regiones, decreciendo gradualmente del zenit al horizonte la azulada tinta, desde la más intensa y trasparente, hasta la blanquizca y caliginosa que empaña la atmósfera sin impedir la radiación de la nevada cima del Citlaltépetl, el cual constituye el último término del paisaje.

  Muy cerca de la estación, la vía atraviesa el río Jamapa por el magnífico puente de la Soledad, representado en la lámina III. Comenzáronse las obras de este puente el año de 1827 bajo la dirección del general D. Ignacio Iberri, quien en dos años avanzó muy poco, invirtiendo la suma de 85,000 pesos. En 1849, el ingeniero D. Valeriano Madrazo, previos algunos reconocimientos y cálculos sobre el volumen de las aguas, modificó el proyecto primitivo y continuó las obras hasta 1851, en que enrasadas estas á una altura de 5 metros y colocados los macizos para sostener la armadura, sobrevino una creciente que elevó las aguas del rio 5 metros sobre los enrases, viéndose el director, por tal circunstancia, obligado á dar al puente mayor altura. Concluidos los macizos dos años después, y armado un arco, se hizo cargo de la obra la administración de caminos y peajes, llevándola á su término bajo la dirección del mismo ingeniero. Constaba el puente de cinco arcos de 18,5 m de cuerda y 17,6 de elevación media sobre el cauce del río hasta el pavimento, que era de madera.

  En forma de pirámides truncadas existían sobrepuestos á los pilares otros de menores dimensiones, cuyas bases superiores sostenían la armadura, y las inferiores dejaban sobre los primeros un espacio de un metro, á uno y otro lado, para las impostas de las respectivas bóvedas que debieran sustituir, en caso necesario, la armadura de madera. La barandilla de celosía y el piso del puente se hicieron con maderas de zapote y encino. El costo de las obras desde la época del Sr. Iberri hasta el año de 1853, en que terminaron, ascendió á la suma de $ 328,107.

  Aprovechados los pilares y sobrepilares del antiguo puente, el ingeniero Lyons construyó uno de madera cuyo costo fue de 200,000 pesos, y sustituido este por otro de fierro de la misma forma, subsiste hasta el día tal como se ve en la lámina III.

  Al nivel del piso del primitivo puente, que descansa sobre los referidos pilares, y sobre las culatas y aleros con sus glorietas, corre la vía carretera penetrando por una galería formada por las armaduras y celosías laterales que sostienen el puente superior y sobre el cual se halla establecida la vía férrea, llegando por excavación y saliendo por terraplén y excavación. Las dimensiones de este puente de doble vía, son las siguientes: Longitud del primer viaducto 66,09 m. —Idem del segundo, 132,09 m.— Diferencia de nivel entre ambos viaductos, 7m .—Anchura, 4,48m. —Altura desde el cauce del río á los rieles, 23,60 m.


Fuente:

Álbum del ferrocarril mexicano. Colección de vistas pintadas del natural por Casimiro Castro y ejecutadas en cosmo-litografía por A. Sigogne. Con su región del camino y las regiones que recorre por Antonio García Cubas. Establecimiento Litográfico de Victor Debray y Cía. México, 1877.

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