El trayecto desde la Soledad á Paso del Macho recorre un terreno de mayor pendiente, en cuya formación se observa el conglomerado traquítico. Entre las plantas propias de estas regiones predominan el cornizuelo ó sea la acacia cornígera, el árbol corpulento de penadas hojas, llamado vulgarmente Nacali, el palo mulato ó Zanthoxylum clavahercules, y en las barrancas ficus, piñoncillos y ciruelos (spondia purpúrea). Entre estas dos estaciones el camino toca en los lugares siguientes:
LOMA ALTA.—A 61 i kilómetros de Veracruz y 226 metros de elevación, siguiendo la vía en dirección del antiguo camino carretero.
EL CAMARON.—A 63 kilómetros de Veracruz y 340,76 metros de altura sobre el mar.
PASO DEL MACHO.—Estación á 76 kilómetros de Veracruz y 475,55 metros de elevación.
El puente, sobre el arroyo del mismo nombre, que se pasa antes de llegar á la estación es de tres claros: de 24,7 m. el central, de 18,3 m los laterales, y la mayor altura de 31m. El puente, cuyo sistema de construcción consiste en trabes de fierro en forma de aspas ó cruces de San Andrés en el tramo central, y de láminas del mismo metal en los laterales, descansa sobre machones y estribos de mampostería.
La lámina IV (arriba) representa el referido puente y el arroyuelo que corre por una barranca ricamente engalanada con las más preciosas plantas. El malvaviscus arboreus, con sus flores que semejan bolas de nieve, y los espinos de sabana, contrastan con el verde perenne de algunos cactus y agaves: por otra parte se distinguen, entre la intrincada vegetación, las palmeras, los equimites y las lustrosas y cordiformes hojas de la mafafa, y en los bordes de la barranca algunas parásitas de flores rojas, así como en los lugares sombríos preciosos helechos. Varios manantiales brotan en las vegas y alimentan constantemente el arroyo, el cual en tiempo de lluvias tiene fuertes avenidas.
De Paso del Macho en adelante desaparece por completo el aspecto monótono de las sabanas: la vegetación adquiere mayor lozanía, y los corpulentos árboles, tan solo ataviados hasta allí con las más hermosas parásitas, aparecen espléndidamente revestidos con su propio follaje. Después de cruzar algunas barranquillas de las muchas que surcan el terreno, y de recorrer 7 kilómetros, tocando el paraje llamado "Tres Encinos," se pasa el río de San Alejo por un elegante puente de fierro de 100 metros de longitud (véase la lámina V abajo).
Dos estribos laterales de mampostería y cuatro machones con columnas de fierro fundido y tirantes de conexión de fierro dulce, elevan el puente de trabes de aspas á 21,34 m. sobre el fondo de la barranca. Los tres primeros machones se hallan sobre esta, y el cuarto, de 11 metros de altura, sobre el antiguo camino carretero. Vuélvense á presentar en las vegas del rio el malvaviscus arboreus, y dominando entre la variedad de plantas el y agruma o planta de las hormigas, el Izote ó sea yuca gloriosa, algunos encinos (qüercus), la caoba (Swectcnia mahogoni), la Carolinea factuosa roja y el palo mulato ó Zanthoxylum en abundancia, así como el roble.
Las asperezas del Chiquihuite, cuyas vertientes recorre la línea, aumentan la pendiente á 2,34 m. por ciento, haciendo indispensables, en determinados lugares, algunas obras de arte. A un kilómetro del puente de San Alejo se encuentra el paso del Chiquihuite, sobre una de las más hermosas barrancas, por la asombrosa vegetación que la encubre.
El puente de fierro, de trabes de aspas, como el anterior, se halla sostenido por estribos y machones de mampostería, á una altura, sobre el fondo de la barranca, de 32 metros próximamente. Los estribos y machones forman tres claros, de 30 metros el central y de 18 los laterales. Apenas puede obtenerse un paisaje tan pintoresco como el que representa la lámina VI. Esa celosía de fierro que une las opuestas orillas de la barranca; los machones y estribos que se ven surgir del fondo de esta, con sus basas perdidas entre el enmarañado ramaje de las plantas; los bosques sombríos que revisten el inclinado terreno del Chiquihuite, descubriéndose entre los principales árboles la caoba, el chicozapote (Sapota Acrhas), la guayaba (spsidium) y otros muchos, tan estimados por sus preciosas maderas como por sus sabrosos frutos; y por último, ese intrincado huerto del primer término, en el cual se advierte la preciosa Musa paradisiaca arqueando gallardamente sus anchas y lustrosas hojas, y cediendo al peso de los grandes racimos de su fruto, todo forma el más admirable y armonioso conjunto.
No bien se ha pasado el puente del Chiquihuite, las obras de arte se multiplican, preparando al espectador nuevas sorpresas. Antes de descender á la hermosa barranca de Atoyac se atraviesan los túneles 1 y 2, llamados del Chiquihuite, de 42,68 m. de longitud el primero, y de 97,60 m. el segundo. El terreno es de formación caliza, encontrándose tan compacta y endurecida como el mármol, ó de textura de la litográfica.
El paisaje que nos representa esa lámina VII, por lo agreste, es de los más pintorescos. Faldeando la montaña, se ve tendida la vía férrea, descansando sobre durmientes del Zapote archas y penetrando en el túnel número 2, cuya lóbrega abertura indica la extensión considerable que ha de recorrerse en el interior de la montaña. Las hayas y robles, de cuyos tendidos brazos cuelgan en gloriosos festones las floridas enredaderas, y una gran cantidad de plantas, bordan el camino y engalanan la entrada del túnel y el gracioso puentecillo de dos claros que le da acceso. Una peña piramidal de caliza compacta, a la izquierda del camino sobre el borde de la barranca, se presenta como un bello ejemplar de las rocas que constituyen el terreno de la montaña.
Las aguas azuladas del Atoyac que corren precitadamente por entre un espeso bosque de hermosas y variadas plantas tropicales, tales como el ébano, caoba, rayado y chicozapote, se precipitan en una cuenca, indicando el plano superior que el mismo río ha recorrido y ha de trasponer la vía más allá de la salida del túnel. El oscurecido color del fondo de la barranca, con algunos puntos brillantes producidos por las rompientes del agua en las peñas desprendidas de las alturas, y las pendientes opuestas y boscosas de las montañas, forman un contraste con el cielo y el horizonte, donde todo es luz y suave colorido.
Continuando el camino á la salida del túnel por una pendiente, y después de recorrer 2 ½ kilómetros. Se llega á la estación de ATOYAC, situada á 85,86 kilómetros de Veracruz y 460,77 m, sobre el mar. Un hermoso puente, sistema de celosía, une las dos riberas opuestas del Atoyac. Los estribos de mampostería, y dos machones de fierro fundido con tirantes de conexión de fierro dulce, sobre basas igualmente de mampostería, forman tres claros de 33,54 cada uno, y elevan el puente sobre el fondo de la barranca á una altura de 31 metros. Este puente, de más de 100 metros de longitud, representado en la lamina VIII, se halla á una elevación, sobre el mar, de 381 metros, ó sea 13 metros más bajo que la estación de Paso del Macho. Las selváticas vertientes del Chiquihuite, el puente de mampostería del antiguo camino carretero, que se distingue en el fondo del paisaje dominado por el esbelto viaducto, sobre el cual se ve en movimiento un tren de balastre, la casuca techada con zinc acanalado y rodeada de arbustos, que indica, con su chimenea humeante, que allí se halla una bomba que eleva el agua del río á las alturas de la estación, y las aguas tranquilas del rio que reproducen los detalles del-paisaje, todo se aduna para hacer de este lugar uno de los sitios más amenos del trayecto.
Fuente:
Álbum del ferrocarril mexicano. Colección de vistas pintadas del natural por Casimiro Castro y ejecutadas en cosmo-litografía por A. Sigogne. Con su región del camino y las regiones que recorre por Antonio García Cubas. Establecimiento Litográfico de Victor Debray y Cía. México, 1877.
Álbum del ferrocarril mexicano. Colección de vistas pintadas del natural por Casimiro Castro y ejecutadas en cosmo-litografía por A. Sigogne. Con su región del camino y las regiones que recorre por Antonio García Cubas. Establecimiento Litográfico de Victor Debray y Cía. México, 1877.
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